La endodoncia permite conservar el diente original, evitando la necesidad de una extracción.
El tratamiento elimina la infección y el dolor, restaurando la comodidad al masticar y hablar.
Después de la endodoncia, el diente sigue funcionando normalmente, permitiéndote comer y hablar con normalidad.
Al eliminar la fuente de la infección (la pulpa dental), se evita que la bacteria se propague a otros dientes o áreas de la boca.